jueves, 16 de mayo de 2013

Estudiamos a Antonio Machado

Antonio Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875, fue un poeta español miembro tardío de la generación del 98 y uno de los miembros más representativos. Fue el segundo de cinco hermanos, trabajó en varias obras con su hermano Manuel. 1883, su abuelo fue trasladado por trabajo a la Universidad Central de Madrid, y toda la familia, se trasladó con él a Madrid. Entonces, Antonio Machado completa su formación en la célebre Institución Libre de Enseñanza, formada por Francisco Giner de Los Ríos. En 1889 comenzó con sus estudios en Bachillerato, primero en el instituto San Isidro y después en Cardenal Cisneros. En esa época se aficionó al teatro junto a su hermano, y comenzó a asistir a tertulias. La familia tuvo problemas económicos, ya que su padre murió en 1893 por tuberculosis y su abuelo murió tres años después.
En 1899 Antonio Machado viaja a París donde vive su hermano Manuel con quien en lo sucesivo emprenderá una carrera conjunta de autores dramáticos, y trabaja de traductor para la Editorial Garnier. Allí entrará en contacto con, por ejemplo, Oscar Wilde y Pío Baroja y asiste a las clases del filósofo Henri Bergson, que le impresionan profundamente. Vuelve a España y trabaja de actor mientras alcanza el título de bachiller. En 1902 volvió a París y en 1903 publicó una obra junto a Juan Ramón Jiménez. 1911 viajó y consiguió la beca para ampliar sus estudios. Leonor, su esposa, que era mucho mas joven que él, aunque estaban muy enamorados, muere en 1912, por tuberculosis, y él no lo superó. Antonio Machado murió el día 22 de febrero de 1939 en Culliure.
Estos son algunos de sus poemas:
ANOCHE CUANDO DORMÍA:
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

EL VIAJERO:
 Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano
que en el sueño infantil de un claro día
vimos partir hacia un país lejano.

Hoy tiene ya las sienes plateadas,
un gris mechón sobre la angosta frente,
y la fría inquietud de sus miradas
revela un alma casi toda ausente.

Deshójanse las copas otoñales
del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales,
se pinta, y en el fondo del espejo.

El rostro del hermano se ilumina
suavemente. ¿Floridos desengaños
dorados por la tarde que declina?
¿Ansias de vida nueva en nuevos años?

¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó -la pobre loba- muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?

¿Sonríe el sol de oro
de la tierra de un sueño no encontrada;
y ve su nave hender el mar sonoro,
de viento y luz la blanca vela hinchada?

Él ha visto las hojas otoñales,
amarillas, rodar, las olorosas
ramas del eucalipto, los rosales
que enseñan otra vez sus blancas rosas

Y este dolor que añora o desconfía
el temblor de una lágrima reprime,
y un resto de viril hipocresía
en el semblante pálido se imprime.

Serio retrato en la pared clarea
todavía. Nosotros divagamos.
En la tristeza del hogar golpea
el tictac del reloj. Todos callamos.

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